La puerta del Príncipe
Una vez más en el ruedo.
Esta vez por la puerta de toriles salió un toro, negro y enorme, que por un momento hizo que me invadidera el miedo... ese que te paraliza. Pero, si algo tengo claro y aprendido es que, al toro hay que cogerle por los cuernos y una vez superada la sorpresa del descubrimiento entre toro y diestro, se miden las fuerzas mirándose fijamente a los ojos, conteniendo la respiración hasta ver cual es el primer movimiento de uno u otra... y ahí, mi sangre torera, la muleta de mi experiencia y el vuelo del capote de mi fe, comenzaron la lidia del peor toro al que me he enfrentado a lo largo de mi vida.
He de confesar que hubo momentos en los que, después de los primeros revolcones y pinchazos, creí que acabaría dejando escapar mi vida por alguna de las heridas, antiguas o nuevas, pero al fin y al cabo rindiéndome ante el cansancio acumulado y la fuerza de semejante enemigo...
Pero ahí, en esos momentos, es donde se demuestra la verdadera valentía, si eres capaz de levantarte, sacudirte el albero y volver a enfrentar esos cuernos, la raza de las amazonas se despliega en todo su esplendor y poco a poco, vas ganando terreno, la bestia pierde bravura y llega un momento en que, siguiendo las pautas de un arte ancestral, acabas de una certera estocada con ese animal que durante un tiempo, que por otra parte se hace eterno, te ha enfrentado a tus peores miedos.
En esta ocasión a mi cuadrilla, compuesta por los mayores tesoros de mi vida, Rosa y Daniel, se han unido las fuerzas de mi familia y... por extaño que parezca, las de mi familia política que han tomado parte activa por mi causa y no han dudado en apoyarme y demostrarme todo su cariño.
Maté al toro, y tras cortarle orejas y rabo, que la faena lo merece!!! los "monosabios" lo sacaron de la plaza al son, no de un pasodoble como sería lógico y habitual sino de una orquesta que, al ritmo de sexo, drogas y mentiras sacó definitivamente de mi vida ese animal, negro, innoble y traicionero...
En la Maestranza, en la Sevilla que llevo en mi alma, se abre la puerta del Principe para mi y no a hombros, sino volando, volando con las alas que de nuevo empiezo a desplegar salgo a la vida con una sonrisa y con mi traje de luces más hermoso y resplandeciente que nunca...
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