El mañana de mañana
Mañana. Mañana será otro día.
Mañana amanecerá de nuevo y el sol calentará el rocio que el amanecer convirtió en hielo sobre los pétalos de las rosas.
Mañana, habrán pasado las pesadillas y sólo quedará un regusto amargo que pasará con el café caliente.
Mañana, siempre mañana.
Hoy es el mañana de ayer y las cosas van regresando poco a poco a su lugar, el dolor, a veces, no desaparece por completo pero a mi lado, está el remedio que todo lo cura, aunque conociendo mi inclinación a la impaciencia, no a la velocidad que yo quisiera.
El miedo que un día se quedó guardado en una de aquellas cajitas escondidas del desván de mi memoria, despierta por periodos y me empuja de un solo golpe a un momento doloroso e inolvidable de mi vida, una situación que me marcó mucho más profundamente de lo que nunca hubiera podido imaginar. Olores, sonidos, sensaciones que van unidas a la verguenza y la culpa sentidas, allá en mis lejanos quince años.
Han pasado muchos mañanas escondiéndome de aquello, enterrándolo bajo toneladas de valentía fingida y olvido consciente, pero la verdad, la verdad, es que el daño causado fue tan, tan grande, y el miedo quedó tan arraigado dentro de mi que hoy, treinta años después y adulta, sigo sin poder controlarlo.
Mañana, un mañana más, ese pasado quedará un poquito más lejos y de la mano de mi compañero del alma, continuaré el camino sin mirar atrás... o al menos lo intentaré.
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Kike -