Pena, inmensa pena
Contar todo lo que siento, eso es lo que tengo que hacer porque me está consumiendo esta infelicidad, frustración y pena que llevo dentro.
Mi matrimonio ha llegado al temido punto sin retorno, ese que hace ya meses anuncié a R que llegaría y que una vez en él nada podría solucionarse, no sé siquiera si él piensa lo mismo que yo porque hace semanas que no hablamos.
Cada mañana cuando me despierto sólo espero que ya se haya marchado y si no es así siento algo, que me da incluso verguenza escribir, siento desprecio, porque desgraciadamente es lo único que me despierta. Sé que es una burrada pero si se analiza la situación creo que es evidente que es lo único que me queda por sentir. Hace años, 6 para ser exactos, desde que nos casamos, que me está demostrando que no es quien yo creí, no hace nada de lo que dice, habla y habla pero nunca actúa, se queja permanentemente de todo, se lamenta por lo que supuestamente ha perdido y no hace nada por conservar lo que tiene, de modo que acaba perdiéndolo también. Bien sabe Dios que yo he hecho todo lo que he podido por no llegar a este punto, pero por favor, que alguien me diga si hay alguna otra cosa que pueda hacer, teniendo en cuenta que me siento como una planta a la que no riengan, ni cuidan desde hace años y sin embargo le exigen que de flores e incluso frutos.
Me siento tan mal por todo esto que siento que busco desesperada una forma para intentar recuperar algo, al menos un sentimiento agradable que no me haga sentirme un monstruo, pero que hago? No puedo hablar con R porque sé que se pondría a la defensiva y sólo me culparía a mi de todo, acabaría llorando como un niño y me sentiría aún peor que ahora.
También me he planteado hablar con su madre pero es su madre y se pondría de su parte aunque me comprendiera.
Sólo tengo dos opciones que son las que siempre he dicho que existen para estos casos, 1. Intentar encontrar solución. Algo que he intentado y sigo intentado sin resultado. 2. Resignación cristiana y aceptación de la realidad. Algo que llevo haciendo meses pero que me está matando.
Estoy sufriendo la soledad más absoluta y dolorosa, la que se siente en compañía, además de la persona que has elegido, con acierto o sin él, como compañero de vida.
Necesito ayuda, necesito encontrar el Camino, cada mañana le pido a Santiago que me ayude a no olvidar los valores imprescindibles del Camino, esos que son necesarios para acometer cada etapa pero no sé si yo ya soy solamente un trozo de corcho y no puedo con la mochila, doy dos pasos y me dan ganas de tirarme en la cuneta y dejarme morir, gracias a Dios, siempre se me ilumina una lucecita y el Señor me recuerda a mi hija, el motor de mi vida.
Si alguien me lee, por favor, necesito ayuda.
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