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Diario de una secre

Mensaje en una botella

Mensaje en una botella

Mi querido amigo,

Desde la última vez que nos vimos, que por otra parte también fue la primera, han pasado ya dos semanas... dos semanas en las que nada he sabido de tí a pesar de mensajes y mails, y en las que mi cabeza, como cualquier mujer comprenderá, no ha dejado de dar vueltas buscando razones, imaginando porques y pensando qué fue lo que hice mal...

Evidentemente, hay una razón lógica, importante e incluso grave, una circunstancia en tu vida privada de la que yo no tenía ni idea y ahora, sólo intuyo por pequeñas pinceladas que me han ido dando aquí y allá pero que nada tienen que ver conmigo.

Durante este tiempo he recordado, podría decir que minuto a minuto, frase a frase, gesto a gesto, las horas que pasamos juntos y no tengo ninguna duda de que quiero seguir descubriéndote, quiero seguir conociéndote... me alegro infinito de haberte hecho esa proposición que tú y yo sabemos, proposición absolutamente decente!!!! que tu aceptaste y que a mi me ilusiona y que puede ser, como tu ya dijiste una vez "el principio de una gran amistad".

Yo soy de la opinión de que todo en esta vida está conectado y que si las cosas pasan y las personas se cruzan en tu camino en un determinado tiempo y lugar es porque, ES en ese único instante que debe de pasar, para que aquello que ha de llegar a tu vida llegue puntual y todo siga el ritmo que está marcado.

En un mail que te envié y que creo que aún no has podido leer, te decía que, como ya pudiste ver en el tiempo que nos hemos tratado, soy clara como el agua clara y que prefiero una y mil veces decir lo que quiero sin falsos pudores y estudiada ingenuidad y evitar que, no te enteres de la insinuación, la interpretes mal o, lo que es peor, tu percepción de mi "sugerencia" sea totalmente errónea y sólo nos lleve a un desencuentro antes de, siquiera, habernos encontrado.  Por eso, mi querido amigo, quiero que sepas que me apetece mucho, muchísimo volver a verte, que tengo un montón de ganas de conversar contigo, de preguntarte, de contarte, de escucharte, de... de todo. 

Aunque dadas las circunstancias de mi vida y teniendo en cuenta las últimas lecciones recibidas, intente, no caer en el error de creer ciegamente lo que se ve en la fachada, de entregarme sin reservas como suelo hacer, no voy a dejar que, por mucho dolor que me cause el ser como soy, se me escape un tren.

Esto no es más que una botella lanzada desde lo alto de un acantilado a la inmensidad del océano.  Hay muy pocas posibilidades de que llegue a su destino, pero las palabras que cuentan sentimientos no deben quedarse guardadas porque se asfixian... las palabras y, por supuesto y por desgracia, los sentimientos.

Que las olas lleven estos sentimientos hacia alguna playa donde, quien sabe, quizá llegue a recibirlos su legítimo destinatario.

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