Diario de una peregrina perdida
Hoy falta exactamente un mes para que empiece mi Camino.
Aún no sé si iré sola o acompañada, ni si llegaré a Logroño en autobús, tren o coche, lo que sí tengo seguro es que, si el Apóstol lo permite, el día 11 de julio, amaneciendo, saldré de Logroño con mi mochila a la espalda.
Mi mochila!! que esta vez es pesadísima, porque además del “mono de andar” y el “mono de paseo” como dice una peregrina maravillosa, llevo mucho dolor, decepciones y cansancio…
Y por contradictorio que parezca, pero viniendo de mi es normal, a medida que pasen los kilómetros bajo mis pies y me vayan quedando sólo las ampollas y las agujetas, estoy segura de que el cansancio irá desapareciendo, las decepciones se habrán convertido en lecciones aprendidas y del dolor sólo quedarán esas pequeñas cicatrices que a veces, incluso, pueden arrancarte una sonrisa.
Durante el Camino mi blog quedará mudo, pero este es el primer post que aparecerá en el diario que me acompañará (hay que tener en cuenta que un cuaderno es mucho más liviano, lo comprendéis, verdad?), después si tengo tiempo, quizá lo transcriba y si no, quien sabe?? Igual aprovechando que mis lectores, (no sois muchos he de reconocerlo) me están dando alas lo presente a algún editor, que seguramente me despachará con una amplia sonrisa, unas palmaditas en la espalda y un “esto no es exactamente lo que buscamos en este momento”… pero no importa al menos, si lo hago, lo habré intentado.
Quiero dejar de llorar!!!! Quiero cambiar estas lágrimas de tristeza, de angustias, por otras que tengan una razón que al mismo tiempo me haga sonreír… quiero que de una vez por todas salga el Arco Iris en mi vida…
Este blog ya ha hecho algunas cosas por mí, todas buenas… la última ha sido devolverme a un alemán al que echaba de menos con el alma.
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