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Diario de una secre

Príncipes y sapos

Príncipes y sapos

En los cuentos de princesas, siempre hay príncipes y sapos.

Es lo mismo en la vida real, aunque los príncipes son muy escasos y normalmente destiñen.

En un príncipe se encuentran todas las condiciones, digamos mundanas, belleza, posición y la posibilidad de que te regale un diamante, que al fin y al cabo "un diamante es para siempre"... pero estos guapos de los cuentos, son casi siempre, y no digo siempre porque quiero dejar en el limbo del azar la posibilidad de que exista alguno diferente, envases vacios... tan preocupados están de su aspecto exterior, de evitar por todos los medios perder su status que normalmente, se olvidan de cuidar las cualidades que son, de verdad, importantes para nosotras, las princesas.

Los sapos, sin embargo, no tienen belleza, ni dinero y lo único que poseen es su hoja de nenúfar en una charca perdida... pero normalmente tienen un corazón rojo y caliente palpitando bajo su piel verde y rugosa... y el hecho de tener ese órgano latiendo con fuerza les hace capaces de enamorarnos y no dudar, ni por un sólo instante, que podemos besar esa piel llena de manchas.

Los sapos no pueden regalar piedras brillantes y frías, pero si hay que elegir entre un diamante y un rubí, yo me quedo con la pasión, la tibieza de un corazón latiendo y un abrazo cálido...

Princesas, seamos realistas, los hombres perfectos no existen, todos, absolutamente todos, tienen sus defectos, al fin y al cabo son seres humanos...

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