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Diario de una secre

Velas al viento

Velas al viento

De repente, sin esperarlo, la vida cambia de rumbo o quizá, lo único que hace es enderezarlo de nuevo y ponerte el timón en las manos.

Las tormentas siempre acaban pasando y el sol, que para algo es el astro rey, retoma su lugar en el cielo.  Lo que tienen de bueno las tormentas, es que hacen que saques todo lo mejor que hay en ti para que puedas soportarlas y aguantar los vientos huracanados, las lluvias torrenciales y las olas de siete metros... es verdad que después, cuando todo se calma y la mar vuelve a ser un espejo, caes rendida y la tensión acumulada sale a borbotones en llantos y temblores... pero mírate, has salvado tu barco y eso te ha hecho ganar en sabiduría. La próxima tempestad, te dará miedo, seguro, todas las tempestades lo dan, pero tú sabrás cómo tienes que sujetar el timón, hacia donde debes orientar las velas y qué velocidad es la más adecuada... eso se llama experiencia y por mucho que duela, sólo se consigue pasando malos momentos.

Ahora que ya ha pasado hasta el llanto del alivio, puedes disfrutar de la calidez del sol en tu piel, de los rayos de la luna que entran por la ventana para acompañar tus sueños, de un buen libro, de una copa de vino... de una tarde de pasión... y así, con toda naturalidad, como si no hubieran quedado las marcas del oleaje en el casco, se despliegan las velas, pones rumbo hacia una isla que se llama VIDA y dejas que el viento te lleve...

Para ayudar a que salga el sol y se lleve las nubes negras, a veces sólo hace falta que alguien, alguien que sepa quien eres, te lo recuerde... otras, un beso tiene la culpa, y como a la Bella Durmiente, te despierta del letargo y te devuelve al mundo de los vivos.  En algunas ocasiones y sólo las más afortunadas, pueden disfrutar de un cóctel de besos con una pizca de pasión, ternura, amistad, complicidad y amor... en estos casos que, hay que advertir, no son frecuentes, lo que se siente es que has resucitado y que gracias a la varita mágica con la que el barman ha mezclado, que no agitado, ese elixir, puedes volver a sonreír, puedes subirte a los tacones y repartir sin medida la alegría de vivir con la que te has vestido.

Es curioso, una vez más, la vida descubre a la vida y cada segundo puede enseñarte una lección importante.   Siempre lo he sabido, siempre lo he dicho y nunca, jamás, a pesar del dolor y el llanto, he dudado de que todo cuánto pasa es siempre, SIEMPRE, lo mejor que te puede pasar.

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