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Diario de una secre

Un café

Un café

Yo siempre cumplo mis promesas, no importa el tiempo que pase desde que la hago hasta que puedo cumplirla, pero nunca la olvido.

Hace ya casi cinco años me brindaste tu ayuda, sin conocerme, sin saber quien era, sólo porque mi voz te acarició a través del teléfono y yo, en prueba de mi agradecimiento, te prometí un café.

Un día lluvioso de Navidad, puede cumplir mi promesa y he de decir, en honor a la verdad, que eres una persona encantadora. Me llamó la atención tu mirada, a veces curiosa y otras esquiva, con ganas de saber y asustada, me dio la impresión de que, por razones que desconozco, cargas a tu espalda una pesada mochila llena de miedos que, en algunos momentos, deseas con toda tu alma, arrancarte y olvidar en cualquier esquina pero no lo haces porque te aterra enfrentarte al resto del mundo, a las opiniones y valoraciones de los demás.

Quizá, ahora, mientras lees estas líneas, te estás preguntando por qué no hiciste lo que deseabas hacer en aquel momento, por qué te escondiste tras todos tus compromisos, por qué, tras esperar tanto tiempo ese café, no hiciste lo que mil veces habías imaginado... 

Apenas te conozco, es cierto, y es posible que todas mis percepciones sean erróneas, pero si tengo razón... deja de esconderte  y vive. Vive, porque nadie lo hará por ti.

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