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Diario de una secre

El tiempo de mi alma

El tiempo de mi alma

Amor, las horas de mi alma pasan y no me hacen más vieja, sencillamente me ayudan a serenarme, a comprender y aprender, sin temer a mi realidad...

Despareciste de mi vida... aunque ahora que lo pienso, no sé si alguna vez estuviste en ella o tan sólo fuiste el espejismo del deseo de sentirme amada... francamente, no lo sé...

He desmenuzado con rigor de cirujano mis relaciones y en todas y cada una de ellas yo he sido la parte amante, esa que da y recibe agradecida lo que le ofrecen... tal es mi necesidad de sentirme amada que hasta ahora, que no te siento a mi lado, no he sido consciente de ello...

Amor, en este momento sí que me está costando, y no poco, escribirte, quizá porque es complicado expresar lo que no se siente y no quiero caer, de nuevo, en la desesperanza que conlleva hablar al desamor, por eso, haciendo un esfuerzo voy a intentar pensar en las sensaciones inigualables que recorren todos los sentidos cuando, la flecha de Cupido alcanza tu corazón... al fin y al cabo en unos días se celebrará San Valentín...

Quizá el enamoramiento, ese sentimiento que bloquea todos los pensamientos para dedicarse única y exclusivamente a recordar el brillo de unos ojos, la textura de unos labios bajo los tuyos o el sonido de una voz, no sea todo lo saludable que podríamos pensar, pero lo que sí es cierto es, que no hay otro que haga latir más rápido a tu corazón...

Cuando Cupido acierta en la diana, todo a tu alrededor se pinta de colores brillantes y luminosos, los problemas dejan de existir, te sientes feliz y quieres compartir esa alegría con el mundo entero, saltas, cantas, bailas y ríes sin ninguna razón aparente... es fácil adivinar si alguien está enamorado porque todo lo pinta de pasión y comete un error, que todos los demás pueden ver, pero que no existe en su realidad... olvida el mundo y la venda que acompaña a la flecha del angelote juguetón, le impedirá, mientras su sangre corre en ebullición por sus venas, ver más allá de los ojos, de la boca o del cuerpo que ama.

Amor, amor, es bonito el enamoramiento pero, supongo que será por mi edad, yo preferiría la calma de una amistad intensa y cómplice que, recorriendo un camino más profundo e íntimo pudiera llegar al nivel de amor, de ese amor tierno y apasionado, sensato y loco, divertido y serio que, tanto puede hacerte reir entre las sábanas revueltas de un campo de batalla de amor, como llorar al sentir la ternura de un beso de buenas noches y el latido del otro corazón palpitando en tu espalda.

Si yo tuviera que describir el escenario de mi amor, lo dibujaría como una firme casa de madera a la orilla de un rio, rodeada de frondosos árboles, una casa donde sonara la música de Albinoni y donde, en las tardes de frío, frente a la chimenea, pudiera compartir con mi compañero una copa de vino, la lectura de un libro, una conversación o simplemente una charla en silencio con el crepitar de la leña de fondo...

Todas las edades, cada circunstancia, cada ser humano, tienen su forma de amor y de amar, aunque en el fondo, siempre se trate, nada más y nada menos, del sentimiento que mueve el mundo.

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