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Diario de una secre

Feliz

Feliz

Feliz, feliz como nunca, tan feliz que camino entre nubes, que los años han desaparecido de alrededor de mis ojos para devolverme a una madurez llena de esplendor.

Las nubes negras que todo lo teñían de tristeza y desilusión se marcharon con el viento que tus palabras han levantado, un viento que se convirtió en huracán cuando las palabras fueron hechos, cuando tus miradas repetían incansables que no me fallarás... ahora luce un sol cálido y luminoso, un sol que alumbra mi vida y que, aunque en algún momento, quede cubierto por las tormentas que siempre se desatan en todas las vidas, tendrá el calor suficiente para evaporarlas y la única consecuencia será la lluvia, lluvia de vida...

Pletórica, ese es el calificativo que me dan los que me rodean, esa es la sensación que me llena... recuperé mi vida, recuperé la confianza en mi, esa confianza que se diluyó entre los reproches, los desplantes y las mentiras y, es cierto que con muchas disficultades, con muchas lágrimas, con tremendo dolor, pero con tanto cariño y apoyo como para equilibrar la balanza, Rosa, la Rosa que se había perdido fue saliendo a la superficie, y al principio tímida y asustada, después con más alegria y soltura comenzó a pisar con firmeza olvidada y en ese momento, el perfecto, el que estaba previsto en la línea de mi vida, te cruzaste olvidando los esquís y ofreciendome tu mano para dar un paseo, un paseo bajo la nieve, a caballo... un paseo que ha convertido los días en una senda de baldosas amarillas sobre la que avanzo hacia el arcoiris...

Gracias. Un millón de gracias. Algo bueno he debido hacer en mi vida para que ésto me esté sucediendo a mi. 

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