A Marte
Qué voy a hacer contigo?
Me lo pregunto infinidad de veces al día y me dan ganas de salir corriendo. Me entra el pánico y sin embargo, espero impaciente que suene le teléfono y me salude Alba Molina.
Amigos, somos amigos y el brillo de la piedra que alumbra mi dedo me dice otra cosa diferente, aunque sé y siento sin ninguna duda que eres mi mejor amigo, que no me fallarás como ya me dijiste, que estás ahí para lo bueno y para lo malo y que si tengo miedo, tu mano tomará la mía para darme calor y recordarme que no estoy sola, que Soledad, definitivamente, tomó su maleta y se marchó para acompañar a otras almas, que ahora estás a mi lado y que quieres remar a mi ritmo para llegar al mismo lugar.
Había perdido la confianza en que existiera una persona que me comprendiera sin juzgarme, que me acompañara sin preguntas, que me apoyara sin condiciones, sencillamente había perdido la esperanza del amor... tan decepcionada, tan desilusionada y desesperanzada estaba que nunca imaginé que existieras...
Pasan los días, van sucediendo las cosas sin esperarlas y el tren que hemos tomado juntos va tomando su camino poco a poco, la vida le da la velocidad que considera la justa y yo, miro por la ventanilla como quedan atrás los desiertos arenosos y áridos para dar paso a verdes prados cuajados de amapolas que sólo saben gritar que la primavera está aquí, que se acabaron los frios del invierno y que, por fin, comienza a lucir el sol en todo su esplendor.
Y de nuevo la pregunta, qué voy a hacer contigo?? Y la respuesta, la única que se me ocurre es, que voy a Marte.
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