La sombra del miedo
El miedo, esa sensación que paraliza y no te deja ver la realidad, sigue persiguiendome, ensombreciendo estos maravillosos días de primavera.
Miedo a revivir el desencanto y la decepción, miedo a errar de nuevo en el camino, miedo de, por culpa del miedo, dejar escapar la oportunidad de ser feliz para el resto de mi vida.
Por suerte, a mi lado hay alguien que muestra seguridad, confianza, templanza y además no pierde el tiempo en buscar palabras hermosas sino que con hechos, esos que quedan y no se lleva el viento, cada día me tiende la mano y me recuerda que ya no estoy sola, que no tengo que ocuparme de todo, que no tengo que luchar sola contra las adversidades , que es fuerte y valiente y no se esconderá bajo un manto de lástima y lágrimas para escapar de la responsabilidad de compartir una vida.
Miedo sí, miedo porque soy humana y nunca he conocido la felicidad que hoy me invade y que espero mantener para siempre, una felicidad que no me hace dependiente sino todo lo contrario, me da fuerza y confianza para ser feliz conmigo, una felicidad que finalmente acabará ganando a esa sombra alargada que alguien me dejó en herencia.
El viento, ese que va llevando pólenes de un lado a otro para convertir esta primavera recién estrenada en un escenario de cuento romántico, se llevará todas las nubes que provocan esas sombras para dejarme disfrutar del sol, del calor, de la pasión y de un amor nunca conocido hasta ahora.
Adiós miedo. Adiós.
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