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Diario de una secre

El mejor regalo: VIVIR

El mejor regalo: VIVIR

Por suerte, a pesar del último año vivido, siempre he podido mantener la llama de la esperanza en mi corazón... a veces era apenas un suspiro, otras lucía más fuerte, siempre con la inestimable ayuda de mi familia, mis hijos y mis amigas, mis adorables y maravillosas amigas.

Hoy, día de mi cumpleaños, siento que soy muy afortunada, que tengo la enorme suerte de estar rodeada de amor, que todas las personas que están en mi vida me quieren, me valoran y se alegran con mi alegría lo mismo que han sufrido con mis penas.

Es cierto que hay que saber cerrar los capítulos y guardarlos sin rencores y sin penas, limpiar los armarios y el corazón, barrer cualquier atisbo de melancolía y dejar el terreno preparado para que, de nuevo la vida, pueda florecer y llenarlo todo del aroma de las rosas... Mi vida ha pasado por un año en el que el fuego, los huracanes y las tormentas habian dejado a mi corazón casi, casi inerte, eso era lo que yo pensaba, sin embargo sólo se trataba de un periodo de barbecho, un tiempo que he necesitado para sacar las malas yerbas, para mover la tierra y llenarla de oxigeno, para aceptar la lluvia y sin saberlo, abrazar las nuevas semillas que han ido llegando sin avisar... ahora, mi finca luce como el jardin del Edén, flores de colores, mariposas y amor, un amor que por inesperado e inalcanzable estoy dispuesta a disfrutar hasta el último suspiro de mi vida.

Había olvidado como era sentirse feliz y liviana y esa sensación, sin poder evitarlo, ha llenado mis ojos de lágrimas, de lágrimas dulces, lágrimas que son una manera más de dar las gracias.

Gracias a la vida, gracias al amor, gracias a todas vosotras que estáis y habéis estado a mi lado en los momentos difíciles, gracias a mis hijos por demostrarme cada día cuánto me queréis y respetáis, gracias a mi familia por ser mi apoyo y mi tabla de salvación en las circunstancias más dificíles y por último, gracias a ti, a mi amor, a ese compañero del alma que he esperado durante tantos años y que por fin ha encontrado el camino hasta llegar a darme la mano para caminar a mi lado, ni delante ni detrás.

Gracias, una vez más. Un millón de gracias.

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