Va por ustedes!!!!
Transmites esperanza. No dejes de escribir. Esto me dijeron ayer.
Y aquí estoy, hace tiempo que no me pongo delante de estas hojas en blanco que tanto me han ayudado en los malos momentos y no es porque no tenga nada que contar, todo lo contrario, hoy por hoy tengo la vida más llena y satisfactoria que nunca, pero sucede que, a veces, siento que no debería alardear de la felicidad que disfruto.
También es cierto, que si habéis compartido mis lágrimas tenéis derecho a compartir mis alegrias, así que retomaremos la buena costumbre de hablaros de mi y de mi vida.
Lo primero que me gustaría, es describiros como es mi compañero... es un HOMBRE, así con mayúsculas, que sabéis que cuando las cosas son importantes me gusta resaltarlas en letras grandes, que tiene la facultad de sorprenderme a diario... con sus gestos, con sus actitudes, sus palabras y sobre todo y por encima de todo con sus acciones, porque supongo que tod@s estaréis de acuerdo en que "el movimiento se demuestra andando" y de nada sirve decir cuán enorme es un sentimiento cuando, después, las actitudes no se corresponden con las palabras, y ésto lo digo por propia experiencia.
Continúo. Un HOMBRE al que adornan cualidades poco usuales; es valiente y cuando digo valiente no me refiero a que sea capaz de enfrentarse a un león, que si me apuras y llega el caso también lo haría, sino que mira los problemas del día a día; lo suyos, los mios y los nuestros, con decisión y firmeza, con sabiduria y serenidad y sobre todo y por encima de todo, de mi mano, a mi lado.
Es tierno, educado, apasionado, cariñoso, dulce, sincero, confía en mi... y siento en lo más profundo de mi corazón que su prioridad en la vida, hoy por hoy, no es otra que saberme feliz... lo estoy escribiendo y me da verguenza porque puede parecer que me he creído una princesa... y sabéis una cosa? en cierto modo es verdad, a su lado me siento, no una princesa, sino una reina.
Mi vida, se ha convertido en un cuento, un cuento maravilloso, que cada mañana comienza al abrir los ojos y escuchar las primeras palabras del día: "Buenos días, mi amor. Te quiero". Un cuento en el que los dos remamos al mismo ritmo, en la misma dirección y hacia la misma meta... una meta que, cada noche alcanzamos con un "son felices y comen perdices", porque, nuestro cuento, lejos de acabarse, tiene un nuevo y maravilloso comienzo con cada amanecer.
Me gustaría que mi experiencia, contada a través de estas líneas, llena de lágrimas, pero siempre adornada de una luz de esperanza, sirva para no olvidar, que por muchas ganas que tengas de tirar la toalla, por muy grande que sea el cansancio y la desolación, el sol sale todos los días para alumbrar tu camino...
0 comentarios