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Diario de una secre

Perseverancia

Perseverancia

Hace años, cuando escalaba, pasé más de dos horas colgada en el Peñón de Ifach... un paso difícil que no sabía como afrontar, no encontraba presa alguna con la que ayudarme a subir, tenía los cuadríceps cansados y había perdido el equilibrio... parecia que la roca se empeñaba en escupirme cada vez que llegaba a acercarme a ella y no consentía ayudarme...

El cansancio, la desesperación, el miedo a que oscureciera y yo me quedara allí colgada tampoco eran de gran ayuda... Mi compañero, dos o tres metros por encima de mi, me gritaba palabras de ánimo, desde lejos me enjugaba las lágrimas de impotencia con las que fui regando toda la pared, insistía en que debía encontrar la serenidad y la perspectiva para poder mirar la pared con frialdad, no como a una enemiga...

Tras la desesperación y el llanto más angustioso, llegó la calma, y miré a la roca, cada granito que tenía delante de mis ojos desde hacía más de dos horas, hablé con ella... si, de verdad, hablé con ella y le pedí que me mostrara el camino, le conté que había aprendido la lección, que me ofusqué mirándola desde demasiado cerca, que como había sido capaz de llegar casi hasta el final, menosprecié su poder y me creí fuerte y poderosa en exceso... hablé con ella... mi compañero, desde arriba, me escuchaba en el más absoluto de los silencios...

Me acerqué, una vez más, con suavidad, y me dejó sujetarme a ella, los apoyos, para los pies aparecieron como por arte de magia, siempre habían estado ahí, las manos, los dedos, encontraron como ayudar a levantar mi peso, la roca me aceptó y me alcé unos centímetros, la confianza volvió poco a poco y en otro movimiento había alcanzado un lugar donde descansar unos segundos... tres movimientos más y estaba al lado de mi compañero... me abrazó y lloré desconsoladamente...

Después de esto no dejé de escalar, aprendí, aprendí una gran lección que me ha servido para escalar la vida, para que pueda mirar cada día, cada largo, con perspectiva y sabiendo que desde demasiado cerca y como muy bien dice el refrán "los árboles, no permiten ver el bosque"... que el desánimo no conduce más que al abismo y que en un momento de lucidez puedes ver los apoyos que siempre han estado ahí y antes de lo que piensas, el mal rato ha pasado...

Escalar, escalar es una experiencia maravillosa, una escuela de vida, que te enseña a valorarte, a valorar los escollos, a tener paciencia, a confiar en tus fuerzas, a superarte tras los malos momentos...

Hoy me he levantado recordando esta historia, porque hace días que ando colgada en una pared en aquella misma situación... he recordado cada segundo y la he escrito para encontrar ese punto mágico en el que la roca me tendió una mano...

No perderé la esperanza, seguiré alimentando la fuerza que me queda escuchando pacientemente... no sé cuanto tiempo más me queda de seguir en esta situación, pero mi compañero está ahí arriba, no deja de darme ánimo y consejos, aún no oscurecerá y una vez más... si esto no me mata (que no lo consentiré) me hará más fuerte y seguiré escalando esta vida que no tiene nada que envidiar al Karakorum.

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