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Diario de una secre

Corazón helado

Corazón helado

Sigo aquí.

Callada. Callada porque he puesto una mordaza a la tristeza y espero que finalmente se aburra y prefiera marcharse.

Está siendo un invierno largo y frío, sigue nevando y mi corazón sigue congelado bajo una capa de nieve, dice el refrán que año de nieves, año de bienes... confiaré en la veracidad del refranero español...

Ayer fue un día difícil, uno más en esta historia que se está convirtiendo en la Historia Interminable. Sigo enamorada, enamorada hasta la última célula de mi cuerpo, enamorada de una ilusión que yo misma he creado para llenar este vacío que amenaza con tragarme como si de un agujero negro se tratara, y aunque intento que el sentimiento, sea independiente, sin destinatario conocido y se convierta en una razón para sonreír, mi querida amiga Soledad no deja de recordarme esta necesidad mía, esta necesidad de sentirme amada...

Y cada mañana, un día más, comienzo la etapa, paso a paso, con esa brizna de esperanza que, por suerte, sigue viviendo en el fondo de mi alma y me repito que todo lleva su tiempo, que llegará un momento en que este amor deje de doler... llegará la primavera y con el sol, igual que los árboles se visten de verde, mi corazón irá derritiendo el hielo y volverá a palpitar, y  la pasión, hasta ahora dormida, tomará las riendas de mi vida para que pueda beberme cada segundo en un coctel fresco y dulce que, de algún modo, conseguiré coronar con una guinda.

Aunque haya días en los que tiraría la toalla y no daría un paso más, mi alma de amazona no me lo permite y espolea con decisión el caballo pura sangre que tantas veces me ha ayudado a ganar batallas.

Sigo aquí.

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