La mano izquierda
No sé que hacer con mi mano izquierda.
Cuando salía a pasear, mi mano izquierda estaba siempre ocupada con la suya derecha y ahora... no sé que hacer con ella, la meto en el bolsillo, pero no tiene el calor que ella me daba...
Se me ha roto el corazón al oirle decir esto con los ojos enrojecidos.
Cuando tienes la inmensa suerte de haber encontrado a tu otro yo, a la otra parte que te complementa, a esa persona que evoluciona a tu lado, y con la que creas un mundo y una vida común, te conviertes en la mitad de un todo...
Cuando, por desgracia, llega el momento de partir de uno de los dos, el que se queda, el que sigue viviendo tiene el inmenso trabajo de rehacer su mundo, pero siempre le faltará una pata a la mesa, una rueda a la bicicleta... la cama se hará más grande y más fría, la comida no tendrá el mismo sabor y las noches serán más largas y oscuras...
Reinventar un mundo en el que faltas tú, la mitad de ti, debe ser harto difícil y duro.
Por eso, una vez más, no debemos olvidar bebernos cada segundo de cada minuto, de cada hora... porque eso y sólo eso, es lo que quedará para abrigar el alma en los momentos difíciles y, de alguna manera, el recuerdo de la persona amada, de esos instantes únicos e irrepetibles vividos a su lado, serán el aliento necesario para comenzar cada día...
Hoy, ahora, es el mejor momento para amar. No lo dejes para mañana.
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