De tu mano

Ayer fue un día horrible seguido de una noche más de miedos y pesadillas, pero en esta ocasión y en contra de lo que suele ser habitual he sentido tu mano apretando la mía, acompañándome en mi huida...

Quizá sea por esta sensación, puede que se trate del efecto rebote tras la estrepitosa caida que sufrí ayer, tal vez, la fuerza que me trasmitiste con tu apoyo durante la sesión de llanto interminable, sea la responsable de que hoy, haya echado los hombros atrás, levantado la mirada y sea consciente, una vez más, del sol, de las nubes, del cielo... de la vida... no sé cuál es la razón y la verdad es que tampoco importa porque, sea lo que sea, me ha soplado el valor suficiente para tomar aire y no tirar la toalla.

Ahora no, no es el momento, tengo mucho que hacer, tengo que devolverte todo este amor que me estás dando cuando sólo estás recibiendo tristeza y llanto... no puedo, no debo rendirme... y no lo haré aunque sea lo único que he deseado durante los últimos meses.

Toda mi vida me he mantenido en pie ante las adversidades por obligación, por responsabilidad, porque debía proteger a alguien, esta vez voy a hacerlo por mi, porque quiero, porque necesito ser yo misma aunque no tenga ni idea de quien soy realmente, aunque no sepa qué es verdad y que es pura invención para continuar a flote...

Como siempre, me enfrento a un trabajo duro, algo que me hará sufrir un poco más, sólo que ahora, como en mi sueño, tu mano sostendrá la mía...