Mírate
Esta mañana he leido un artículo que me ha recordado, una vez más, que la única persona con la que tengo que convivir cada día de mi vida, que la única persona a la que me tengo que enfrentar cada día en el espejo y respetarla y amarla por encima de todo, soy yo misma.
El resto son allegados, cercanos que pueden importarme más o menos, que irán y vendrán, entrarán y saldrán de mi vida, pero yo seguiré siempre conmigo a las buenas y a las malas, a las duras y a las maduras.
Asi que una vez más, la señora del espejo se ha puesto seria conmigo y me ha puesto las cosas claras... se acabó y esta vez va de verdad, ya no queda más que decir ni más que hacer...
No admitiré más faltas de respeto, ni gritos, ni que me ridiculicen delante de nadie, ni que infravaloren mis esfuerzos...
Soy como soy, fuerte y débil, grande y pequeña, alegre y triste, tengo mis defectos que procuro asumir y mejorar y soy consciente de que tengo que practicar la serenidad, la paciencia y la tranquilidad para ser mejor como persona, pero lo haré, lo haré hasta conseguir creer en mi de forma incondicional, quererme hasta el infinito y más allá, respetarme por encima de cualquier otro ser humano porque si esa es la actitud que muestro hacia mi, esa será la que refleje hacia el resto de la humanidad y así, siendo consciente de mí misma conseguiré que esas palabras lanzadas como ventisca, esas palabras que son como veneno, vengan de quien vengan, pasen sin siquiera rozarme.
Es imposible cambiar a nadie, por mucho que te juren y te prometan y te aseguren que todo será distinto, no son más que palabras, palabras que son aire y se lleva el viento...
Primero yo, y queriendome yo, estará todo hecho. Quizá, así las cosas mejoren a mi alrededor... o quizá no
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